SEGUROS| 28.10.2025
Seguros para cada etapa vital: protección a cada paso
De la infancia a la tercera edad, la vida está llena de momentos con diferentes necesidades, responsabilidades y riesgos en cada etapa. Al igual que nuestras prioridades cambian con el paso de los años, también los seguros que contratamos se adaptan. Conocer los más habituales en cada fase puede ayudarnos a construir la red de seguridad más adecuada, a planificar y a proteger lo que más queremos.
Los seguros nos acompañan en la vida para afrontar las posibles adversidades. Según la edad, tenemos costumbres, necesidades y preocupaciones distintas, por lo que es probable que cada póliza contratada evolucione con el paso del tiempo.
Porque nada es igual para los jóvenes que apenas empiezan a planificar su futuro, que para los mayores que, por ejemplo, buscan la seguridad de los que están cerca o la tranquilidad para su jubilación.
En la infancia
Desde niños ya puede ser vital contar con cierta protección también aseguradora. Los padres buscan seguridad para sus hijos, sobre todo en caso de enfermedad o accidente.
En esta etapa pueden resultar muy útiles los seguros de salud, que hacen posible el acceso rápido y de calidad a las consultas de pediatría y otros servicios médicos especializados, desde revisiones y vacunas hasta urgencias o especialidades como logopedia.
Otra opción son los seguros de vida ahorro diseñados para crear un capital destinado al futuro de los menores, ya sea para la educación o cualquier otro proyecto, mediante aportaciones periódicas o extraordinarias. A menudo incluyen coberturas adicionales en caso de fallecimiento o incapacidad de los progenitores con las que asegurar su futuro, si esto ocurre.
Primeras responsabilidades
En la adolescencia y la juventud son todavía mayores las necesidades relacionadas con los estudios o con la movilidad y sus primeros bienes, sobre todo tecnológicos. Algunas pólizas pueden ayudar en los pasos iniciales hacia la independencia, evitando que incidentes menores se transformen en problemas mayores.
Es el momento de sus primeras salidas en solitario. Por eso, puede ser fundamental en esta fase contar con seguros de asistencia en viaje con coberturas médicas, de repatriación o de pérdida de equipaje, por ejemplo. También empiezan a tener propiedades de cierto valor, como ordenadores o teléfonos móviles.
No nos olvidemos de que en esta etapa inician su movilidad en vehículos, tras la obtención del permiso de conducir. Para motos y coches el seguro de responsabilidad civil es obligatorio, pero puede complementarse con coberturas a todo riesgo, asistencia en carretera y protección contra robo o incendio. Todo por la seguridad de los más jóvenes.
Protección familiar y patrimonial
Paso a paso, llegamos a la etapa adulta, un momento en el que el nivel de compromisos familiares, financieros o laborales crece bastante. Es la fase más compleja en términos de exposición al riesgo y, por ende, la que más planificación aseguradora precisa, ya que la protección se convierte en una herramienta clave para la estabilidad.
Uno de los seguros más relevantes es el de vida riesgo, que garantiza que, en caso de fallecimiento o invalidez del tomador, la familia pueda mantener su nivel económico de acuerdo con lo estipulado en la póliza.
Igualmente, entre los 30 y los 65 años las demandas de cobertura son mayores: hogar, autos, salud, incapacidad laboral, accidentes, negocios… y todo lo que nos rodea, sea o no obligatorio, es mejor que esté cubierto ante cualquier amenaza.
Además, ya se empieza a vislumbrar el siguiente momento de la vida, por lo que contratar productos de ahorro para la jubilación —como PIAS, Unit Linked o planes de pensiones—, nos va a permitir alcanzar la etapa de retiro sin sobresaltos.
Tranquilidad y legado
En la tercera edad buscamos objetivos aseguradores diferentes. Queremos preservar la autonomía, cuidar de la salud y garantizar la tranquilidad económica, tanto propia como de la familia. Así, cobran especial importancia las pólizas de dependencia y de salud sénior, centradas en geriatría, enfermedades crónicas y hospitalizaciones.
Si no se cuenta con un seguro de decesos con anterioridad, es importante hacerlo para ayudar a cubrir los costes asociados al fallecimiento o facilitar la despedida a los que dejamos atrás, con servicios como la asistencia psicológica y legal.
Para una mayor seguridad financiera, también se pueden contratar rentas vitalicias, que convierten un capital en un ingreso mensual de por vida, con ventajas fiscales en muchos casos y la posibilidad de gestionar el legado que dejamos.
Te acompañamos
Queda claro que ninguno de estos seguros o productos es exclusivo de cada etapa vital, incluso muchos de ellos pueden acompañarnos en toda nuestra existencia. Lo importante es estar protegidos frente a los imprevistos y contar con su respaldo, ya que nos aportan seguridad, previsión y bienestar para nosotros y los nuestros.
Dejarse asesorar por un experto, para saber cuáles son las coberturas idóneas, puede ser la mejor opción para construir la red de seguridad más adecuada, así como planificar con audacia y proteger lo que más queremos.
En MAPFRE te acompañamos en todos tus momentos vitales, porque contamos con los productos y servicios más adecuados, tengas la edad que tengas, para vivir cada etapa con confianza.
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